New York (día 3): Haz el amor y no la guerra
18 Abril 2011
El sábado amaneció muy soleado, y al ser fin de semana supuse que los museos estarían a rebosar, así que decidí irme a un museo un poco atípico, el Intrepid Sea-Air-Space Museum situado en el muelle 86, en el río Hudson. Y no pude ir en mejor día. Era la semana especial de los niños, así que os podéis imaginar, hordas y hordas de criaturitas chillonas y malolientes, correteando y alborotando por todas partes.
¿Y de qué va? Pues es la bomba. Un portaaviones, el USS Intrepid (CV-11), construido durante la Segunda Guerra Mundial para la marina de los Estados Unidos que alberga una muestra de aviones de guerra, un submarino (el USS Growler) y hasta un Concorde!! Puedes campar a tus anchas por las instalaciones, subir y bajar cubiertas, hacer el ganso y como no, disfrutar de unas bellas vistas parciales de Manhattan.
Es más, hasta puedes celebrar tu cumpleaños en cubierta (con merendola y tarta) e incluso hacen fiestas nocturnas y los niños se pueden quedar a dormir dentro, en sus sacos de dormir! Eso es saber vender y aprovechar un producto, y lo demás osn tonterías. No sé por qué la gente no lo visita cuando viene con la de cosas que se pueden hacer. Pero vayamos por partes. Una pequeña introducción en video:
El Concorde creo que no necesita presentación. Poder volar en este avión supersónico era el doble de rápido que en uno normal, también era 4 veces más rápido. El caso es que el que está aparcado en el museo perteneció a British Airways y puedes colarte hasta dentro. Eso sí, lo tienen acristalado para que no te puedas sentar y estropear la tapicería, pero la sensación de claustrofobia es la misma.
El USS Growler (SSG-577) es un submarino botado en 1955 que puedes recorrer, contemplando las diminutas estancias llenas de cables, botones, visores… incluso puedes mirar por el periscopio.
Aunque pueda parecer pequeño, se tarda unos 10-15 minutos en recorrerlo, toda una experiencia.
Hablando del propio Portaaviones Intrepid, una de las cubiertas está totalmente abierta y dentro hay algún que otro avión, zona infantil, de exhibición…
Luego puedes recorrer parte de otras cubiertas, la sala de operaciones y hasta el puente de mando.
Y por último, el hangar principal sobre el que reposan los verdaderos protagonistas: los aviones. La mayoría de ellos sirvieron en la guerra de Vietnam y te puedes encontrar bellezas como un helicóptero SuperCobra, un F-10 Skyknight, un F-4 Phantom, un Lockheed A-12 y hasta un F-16 de la operación Tormenta del Desierto, de la Guerra del Golfo. Se supone que a muy corto plazo quieren llevar una nave Enterprise. Una razón de peso para volver.
No os voy a aburrir contando batallitas de cada uno de ellos (para eso está la Wikipedia) y tampoco os voy a contar las carreras que hice entre pasillos, escaleras, esquivando niños… Os dejo otro video y más fotos:
Mención aparte se merece la tienda del museo. Al margen de réplicas, juguetería, etc. vendían algo que nunca había visto… Comida de Astronauta!!! TUVE (sí, must, must) que comprarla. Como podéis ver en la foto, es un helado de chocolate. El mismo que disfrutan los astronautas. El fabricante y el proceso para conservar la comida están homologados por la NASA. Aún no lo he probado, lo estoy guardando para una ocasión especial, pero Unasote no pudo esperar y dio buena cuenta de su ración-regalo. Dijo que no estaba muy bueno, pero hasta que no lo pruebe yo, no os podré decir.
Después de tanta exhibición mortífera, porque vale que son máquinas hermosas pero no hay que olvidarse de su objetivo: dejar un rastro de sangre y horror a su paso, tenía que contrarrestar las emociones, así que el sitio perfecto era el Museo del Sexo.
Mientras estaba de camino, me crucé con el famoso Actors Studio y algunos edificios curiosos:
Aunque el el nombre Museo del Sexo sonaba muy bien y tenía buena pinta, hasta te regalan condones, el museo en sí mismo es bastante malo y escaso, aunque sales de allí con la temperatura un poco más alta… Una planta con monitores donde se exhiben fragmentos de películas, la mayoría del cine convencional, con influencias del cine para adultos y contados fragmentos de películas X. Otra planta con algunos artilugios raros, unos muñecos y muñecas de latex para tocar; otra planta dedicada a los comics eróticos y por último, en la cuarta, clase de ciencias naturales con el sexo entre animales.
Lo mejor es, sin duda, la planta baja, a la que puedes acceder sin necesidad de entrada, ya que es una tienda un poco al estilo sex-shop, pero con cosas de lo más variopintas. Desde una funda de plástico para guardar un plátano, llevártelo al trabajo y que no se aplaste, hasta aparatos de lo más sofisticados y ultra-modernos para usar en la intimidad. También hay un bar donde sirven copas afrodisiacas, y poco más.
De vuelta al hostal, tras descansar un rato, fui a cenar a la típica cafetería que vemos en las películas. Una hamburguesa de muerte, zumo natural y patatas fritas a toneladas. Me quedé con las ganas de probar la tarta de arándanos o alguna copa de helado, pero no podía comer más, otra vez será:
Os recuerdo que podéis ir viendo todas las fotos (no sólo las que publico en cada post) en mis galerías en Flickr:
Voy actualizando las galerías al mismo ritmo que escribo los post, así que paciencia!
2 comentarios sobre “New York (día 3): Haz el amor y no la guerra”
sólo podías tocar el Portaaviones en sí mismo. Los aviones no, ni montarte en ellos :(
En el submarino, algo podías tocar, pero muy disimuladamente.
Manu 18 de Abril, 2011 a las 20:52: