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Pájaros Perdidos, de Rabindranath Tagore

El día a día

9 Junio 2008

Hoy tengo el día especialmente pródigo en inspiración, así que os dejo unos preciosos fragmentos del autor bengalí Rabindranath Tagore. Pertenecen a su obra Pájaros Perdidos. Mi favorito es el nº 6, seguro que os suena.

Pájaros Perdidos

1

Pájaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan, y se van volando.
Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar,
aletean y caen en ella, en un suspiro.

2

Vagabundillos del universo, tropel de seres pequeñitos,
¡dejad la huella de vuestros pies en mis palabras!

3

Para quien lo sabe amar, el mundo se quita su careta de infinito.
Se hace tan pequeño como una canción, como un beso de lo eterno.

4

Las lágrimas de la tierra le tienen siempre en flor su sonrisa.

5

El desierto terrible arde todo por el amor de una yerbecita;
y ella le dice que no con la cabeza, y se ríe, y se va volando…

6

Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.

7

En tu camino, agua bailarina, la arena te pordiosea tu canción y tu fuga.
¿No quieres tú cargarte con la coja?

8

Tu cara anhelante persigue mis sueños como la lluvia por la noche.

9

Una vez, soñamos los dos que no nos conocíamos.
Y nos conocíamos.
Y nos despertamos a ver si era verdad que nos amábamos.

10

Como el anochecer entre los árboles silenciosos, mi pena,
callándose, callándose, se va haciendo paz en mi corazón.

11

No sé qué dedos invisibles sacan de mi corazón,
como una brisa ociosa, la música de las ondas.

12

-Mar, ¿qué estás hablando?
-Una pregunta eterna.
-Tú, cielo, ¿qué respondes?
-El eterno silencio.

13

¡Oye, corazón mío, los suspiros del mundo, que está queriendo amarte!

14

El misterio de la vida es tan grande como la sombra en la noche.
La ilusión de la sabiduría es como la niebla del amanecer.

15

No te dejes tu amor sobre el precipicio.

16

Me he sentado, esta mañana, en mi balcón, para ver el mundo.
Y él, caminante, se detiene un punto, me saluda y se va.

17

Menudos pensamientos míos,
¡con qué rumor de hojas suspiráis vuestra alegría en mi imaginación!

18

Tú no ves lo que eres, sino su sombra.

19

¡Qué necios estos deseos míos, Señor, que están turbando
con sus gritos sus canciones! ¡Haz Tú que solo sepa yo escuchar!

20

No soy yo quien escoge lo mejor, que ello me escoge a mí.

21

Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces, amanece;
¿por qué susurra el viento del sur entre las hojas recién nacidas?
Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces,
la medianoche entristece con nostálgico silencio a las estrellas?

22

Sé que esta vida, aunque no madure el amor, no está perdida del todo.

23

¡No sea yo tan cobarde, Señor, que quiera tu misericordia en mi triunfo,
sino tu mano apretada en mi fracaso!

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